Como
todo el mundo sabe, actualmente la cadena autonómica madrileña se encuentra en
un proceso de ERE que acabará con el 80% de los trabajadores despedidos y con
Telemadrid en concurso de privatización.
La
mala situación financiera del país unida a la inestable economía de los medios
de comunicación ha afectado gravemente a Telemadrid. Si a esto se le une unos
datos de audiencia cada vez más bajos y una acusación constante de manipulación
informativa, el futuro de la cadena como medio público es bastante improbable.
Todo
esto ha hecho surgir el debate sobre si las televisiones y radios públicos son
necesarios.
El
papel de los medios públicos es dar cabida a todas las minorías y las
informaciones que no tienen espacio en los medios privados. El problema en el
caso de Telemadrid es que, desde la llegada de Esperanza Aguirre al gobierno
madrileño, la manipulación ha sido la tónica general de la cadena. Y no es sólo
que algunos periodistas como Sánchez Dragó o Hermann Tertsch se dedicaban a
exponer sus ideologías políticas en los programas de Telemadrid. Toda la
información que se emitía pasaba por el filtro de Esperanza Aguirre.
Todo
el mundo recuerda a Aguirre echando la bronca a unos periodistas por ir a
cubrir un incendio sin su permiso o la crónica de Hermann Tertsch sobre la
Huelga General que grabó el día de antes de que ésta se realizara. Todo esto ha
llevado a una caída espectacular de la audiencia.
Al
fin y al cabo, Telemadrid ha sido la cadena de la ahora expresidenta de la
Comunidad de Madrid. No es discutible la necesidad de los medios públicos, pero
no se puede permitir que su única función sea hacer campaña de un partido, y
mucho menos de un candidato, con dinero público. Si esa va a ser la función de
las televisiones públicas es preferible que se privaticen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario