viernes, 21 de diciembre de 2012

Falsa alarma


http://blogs.publico.es/arturo-gonzalez/2012/12/21/falsa-alarma/

“Señores, no se acaba el mundo, pero es casi peor. Porque esto no hay quien lo arregle. Da igual quien gobierne. Porque ¿qué podrían hacer el PSOE o IU, separados o juntos? Nada. Lo mismo. Bueno, sí, sería mucho mejor en lo ideológico, en los derechos civiles, en las libertades. Pero lo mismo en lo económico. Forzosamente. No hay modo de salir de la crisis. NI aunque se unieran derecha e izquierda.

Es imposible pagar la deuda. Casi ni los intereses. La deuda irá engordando y los intereses también. Prácticamente de por vida. Viviremos en la semirruina permanentemente. ¿Por qué alguien sensato puede decirme cómo podremos pagar esa deuda? Dejémonos ya de jeribeques lingüísticos y falsas esperanzas. Estamos condenados a vivir endeudados. Ante la implacabilidad de los acreedores.

¿De dónde se va a recortar más? Ya se ha hecho a tope. No caigamos en la facilidad de criterio diciendo lo de la fiscalidad progresiva como nuevos y suficientes ingresos. No se puede apretar más. ¿Recortar, pues, de dónde? No empecemos tampoco a decir lo de los gastos militares. Son inevitables, dentro de nuestro compromiso occidental.

¿Y cómo se van a pagar los crecientes gastos de prestaciones sociales por paro, pensiones, sanidad, educación, etcétera, si antes debemos pagar la consabida deuda? No hay político en España que lo arregle.

Y todo ello sin que un treinta o un cuarenta por ciento de la población tenga trabajo ni posibilidad de encontrarlo. ¿Trabajo en qué? ¿De camareros, albañiles y emigrantes nuevamente, alejándose del moderno camino del desarrollo imperante en el mundo, que sería larguísimo y costosísimo?

Esto es una catástrofe. Con rescate y sin rescate. No juguemos, no jueguen, a la gracieta de decir que nosotros lo haríamos mejor porque tenemos la solución. Alegrémonos si económicamente no retrocedemos más allá del año 1960 del siglo pasado. Pienso que aún nos deterioraremos un 20% más de la penuria actual, pero confío en que no vayamos más allá. Seremos pobres, pero no de solemnidad. Lamento ser tan pesimista, yo diría realista, y ojalá que me equivoque y quede como un necio. Feliz año nuevo.”

Arturo González escribe este artículo de opinión el 21 de diciembre para el diario El Público. Días anteriores había hablado en otro sobre el supuesto fin del mundo que nos acechaba este viernes. Un fin del mundo que nos liberaría de conocer terribles consecuencias de la crisis que estamos viviendo.

Hoy, tras comprobar que la teoría de los mayas ha sido una falsa alarma, es el momento de enfrentarse a lo que nos depara la crisis para el próximo año. González ha enfocado el porvenir del país de una forma muy negativa, realista según sus propios palabras, pero vaticinando un futuro muy negro para España.

Los modelos a los que se podría asociar este texto son el modelo conductista y el constructivista.

Por un lado, el conductista hace referencia a la educación que pone énfasis en los efectos. Consiste esencialmente en “moldear” la conducta de las personas con objetivos previamente establecidos. Condiciona al educando, en este caso los lectores, para que adopte las conductas y las ideas que el planificador ha determinado.

Es cierto que González aporta información, pero es una información subjetiva. En ningún momento a lo largo del texto da datos reales, y por ello no está impartiendo conocimientos ni informando simplemente, sino que está, de alguna manera, condicionando al individuo, persuadiéndole para que adopte la nueva conducta propuesta, la mentalidad del propio autor del artículo.

El modelo constructivista, por otro lado, se basa en la educación que pone énfasis en el proceso. En este modelo destaca la importancia del proceso de transformación de la persona y las comunidades. No tiene tanta importancia la educación para informar o conformar comportamientos, sino que busca formas a las personas y llevarlas a transformar la realidad.

González está estimulando el proceso de reflexión y análisis de los lectores, y lo hace desde su realidad y su experiencia, desde su práctica social, para aprender junto a él y de él. De esta forma, los consumidores del periódico digital pueden contestar y poner su propia opinión en los comentarios.

Es importante que el sujeto participe, porque sólo participando se llega realmente al conocimiento. A diferencias del otros modelos, se aceptan tanto el error como el conflicto. El objetivo es que el sujeto piense y transforme la realidad

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